Hace unos meses se estrenó la película Dragon Ball Súper. Como buen millennial que creció viendo Dragon Ball la fuimos a ver al cine con los otaku cuates: Diego y Gerson Fishalgo. Raki se arraló y nos dejó vendidos.
Yo no había visto ningún avance. Me llamó la atención que cuando vimos la película casi no apareció Gokū. Toda la trama giró alrededor de Piccolo y Gohan. Gohan siempre fue mi personaje favorito. Si algo tenía que reclamarle a Akira Toriyama (autor de la serie) es que me quedé esperando que Gohan fuera más fuerte que su papá. Todos sabíamos que podía lograrlo. El momento más épico de todo el anime fue ver a Gohan alcanzar el Super Saiyan fase dos dentro del arco de la historia de Cell hasta llegar a la pelea final. Desde ese momento supimos que podía lograr más. Parecía imposible que existiera un ser más fuerte que Gokū.
Esta película suponía complacer a todos los fans que nos habíamos quedado con una expectativa de ver más del poder de Gohan. Después de la saga de Cell hubo un par de buenas batallas y otros momentos épicos, pero no evidenciaban todo el poder que tenía Gohan.
Ahora que crecí noté que muchas personas, que conocieron a mi papá, tienen la expectativa de que yo sea igual o mejor que él. Esto me hizo recordar un pasaje de Romanos 8:19: “porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”.
Hay una expectativa de la misma creación hacia nosotros como hijos de Dios. Es un potencial que tal vez ni nosotros mismos imaginamos. Esta expectativa hacia los hijos es por la capacidad que vimos en el papá. Como hijos de Dios ¿qué tanta expectativa hay en nosotros?
Cree en ese potencial que llevas dentro. Él ya puso Su espíritu en ti. Te dio identidad de hijo, ahora queda en ti si vas a mostrar o esconder ese potencial al mundo. Jesús desde muy pequeño decía: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:49). Muestra al mundo el potencial que el Padre puso en ti y sé Su reflejo en la Tierra. Ama a los demás, haz todo con excelencia. Ten la fe y la esperanza que la creación tanto necesita.
Por: Miguel Mendoza