Estoy seguro de que alguna vez has escuchado o usado la frase “El que peca y reza, empata”, la cual sin darme cuenta durante años creo que fue mi lema de vida porque constantemente pecaba y luego hablaba con Dios con un falso arrepentimiento que calmaba mi culpabilidad.
Este es un error en el que podemos caer fácilmente porque sabemos que Dios está dispuesto a perdonarnos sin importar cuál haya sido nuestra falla, pero debemos aprender a no abusar de Su gracia porque esto se puede convertir en un mal hábito que no nos ayuda y que nos será difícil cambiar después.
Judah Smith habla sobre la gracia y me encanta la forma en que lo explica al decir: “la gracia es una persona y esa persona es Jesús”. Cuando abusamos de la gracia, en realidad a quien menospreciamos es a Jesús y lo que ha hecho por nosotros.
Una de las mejores lecciones que he aprendido sobre este tema fue hace algunos años escuchando una entrevista de Justin Bieber, en la que le preguntaban si creía que ahora que era cristiano él podía hacer cualquier cosa sabiendo que Dios lo perdonaría siempre, para lo cual su respuesta fue:
“Yo sé que Dios me perdonaría cualquiera de mis faltas, pero igual en mi matrimonio no hago muchas cosas que sé que mi esposa me perdonaría, pero elijo no hacerlas para no lastimarla porque la amo. De la misma forma evito hacer muchas cosas que sé que Dios me perdonaría porque lo amo tanto que no puedo arriesgarme a lastimarlo con mis acciones”.
Debemos dejar de vivir con esta cultura de “el que peca y reza, empata”, y pensemos que todas nuestras acciones tienen una repercusión. Algunas causan alegría y agrado al corazón de Dios, mientras que otras son capaces de entristecerlo. Seamos más de los que evitan hacer lo malo por el amor que le tenemos a Aquél que nos amó primero.
Por: Luis Túchez