Un día de 1997 me enamoré a la edad de 8 años.
Recuerdo que estaba muy emocionada por ir al cine con mi familia y no recuerdo por qué mis papás decidieron ir al cine un miércoles en la noche. Me prohibieron contar en el colegio que había ido al cine entre semana porque podría verse como algo muy irresponsable. Desde ese día me enamoré de la película Titanic. En mi opinión la mejor película de todos los tiempos.
Desde ese día se podría decir que me obsesioné un poco y tenía todo tipo de mercadería que saliera de Titanic. Tenía un álbum de fotos, un juego de computadora, un rompecabezas 3D, los VHS de la película, el CD de la banda sonora, un reloj de mano… ¡todo cuanto te puedas imaginar!
Cinco años después, al regresar de la iglesia, encontramos mi casa hecha un desorden. Yo no entendía qué había pasado, pero mis papás supieron en seguida que se habían entrado a robar a la casa. Fui a mi cuarto a ver cómo estaba todo y la verdad no faltaba nada. Me asomé a la sala y me di cuenta de que faltaba el equipo de sonido dentro del cual, obviamente, estaba siempre puesto mi CD de Titanic. Era mi bien más preciado a mis 12 años y se lo habían llevado.
Me acerqué un poco más a donde había estado el equipo de sonido y encontré pedazos de mi CD. Encontré la mayor parte de él. Fui gateando y llorando por toda la sala mientras buscaba cada pieza. Al final logré encontrar cada pedazo, lo armé de nuevo como si fuera un rompecabezas y lo pegué con tape transparente. Aún lo conservo en su estuche después de tantos años.
Un día Dios me habló y me enseñó que, así como ese CD que está dañado, rayado, quebrado, remendado y viejo, fue restaurado por el amor que yo le tenía. Cuanto más no iba a hacer Él por mí si llegara a encontrarme de la misma manera. Dios es experto en restauración. Si hoy te encuentras como se encontraba mi CD, no dudes que Él se encargará de juntar cada una de tus piezas para sanarte y restaurarte.
El Señor está plena y totalmente enamorado de Sus hijos, creó un planeta hermoso para que vivamos en él, eligió con cuidado a las personas que nos rodean (familia y amigos), nos da vida y nos provee de todo lo que necesitamos. ¿Por qué aún dudamos de Su amor, si nos lo muestra una y otra vez?
Su amor es tan grande que nos regaló lo más bello de este universo: a Su hijo Jesús, quien fue molido por nuestros pecados (Isaías 53:5), lo golpearon, le escupieron, lo despreciaron, lo maltrataron y lo crucificaron hasta la muerte, todo esto por amor a ti.
Mi CD estuvo roto y logré repararlo. Jesús estuvo muerto y resucitó. No importa cómo te encuentres hoy, Dios te puede restaurar. Con mucho amor, tomará cada pieza de ti y reconstruirá aquello que se quebró.
Por: Aída Reyes