¿Qué piensas cuando lees las palabras “rey pagano”? Seguramente imaginas a un monarca luciferino, vestido de ropas oscuras, con un corazón sanguinario y practicante de rituales extraños que incluyen sacrificios, incluso de animales.
Bueno, quizá no imagines todo eso, pero es lo que yo imagino cuando leo esas palabras; y sin embargo, yo también puedo ser un rey de ese tipo. Quizá no derrame sangre frente a un altar o no gobierne sobre la vida de un pueblo, pero sí puedo tomar decisiones a diario según mi propio criterio y sin buscar la guía y la voluntad de Dios.
De hecho, es muy fácil que, aun llamándome “cristiano”, asistiendo a la iglesia y leyendo la Biblia, me convierta en mi propio rey pagano. Si busco hacer mi voluntad y no la de Dios soy mi propio rey pagano. Si busco satisfacer mis deseos y no cumplir el plan del Señor soy mi propio rey pagano. ¿Por qué? Porque como todo ser humano fue creado por Dios con un corazón que funciona si es gobernado; y si Dios no está en el trono de mi vida, alguien más lo estará. ¡Ese trono nunca está vacío!
En el libro de Jueces, la Biblia nos habla de un tiempo sombrío. El último versículo del último capítulo dice textualmente: “en esos días, Israel no tenía rey; cada uno hacía lo que le parecía correcto según su propio criterio”. O sea: cada israelita vivía como le daba la gana.
Algunos se acercaron al Señor y cumplieron Su voluntad, pero en general, la anarquía espiritual fue la regla nacional durante más de 300 años. Te invito a que leas Jueces y te sorprendas de todo lo que puede llegar a hacer el pueblo de Dios cuando alguien más se sienta en el trono que solo le corresponde a Él.
En tu corazón también hay un trono y está diseñado para Dios, pero si escoges sentarte tú ahí y comienzas a vivir según tu propio criterio, en realidad estás siendo tu propio rey pagano porque el trono de tu corazón nunca estará vacío. ¡Elige a Dios y dale Su lugar!
Por: Sergio Estrada