Recuerdo que hace muchos años, cuando me tocaba hacer mandados con mi mamá, era muy desesperante esperarla en el carro. Conforme pasa el tiempo me doy cuenta de que esas largas horas de espera formaron una virtud muy importante en mí: la paciencia. No voy a mentir y decirles que soy la persona más paciente de este mundo, pero creo que soy capaz de esperar más tiempo que el promedio de personas.
Creo que a todos en determinado momento nos va a tocar esperar. No importa la edad que tengamos y si lo queremos o no, la espera siempre se presentará en algún momento de la vida. En la Biblia tenemos muchos ejemplos de personas que tuvieron que ser pacientes mientras esperaban el cumplimiento de las promesas de Dios, pero una de las historias que más me sorprende es la de José, el soñador. Desde que tuvo el sueño hasta su cumplimiento pasaron más de trece años. ¿Qué hizo durante ese tiempo? La respuesta es simple: creyó y actúo a pesar de las circunstancias adversas (menosprecio, persecución y esclavitud).
Cuando José fue esclavo no dejó de ser diligente en todo lo que hacía. Mientras estuvo preso ayudó a los demás a interpretar sus sueños. Cuando por fin llegó a gobernar solo siguió haciendo lo mismo que había hecho durante los trece años previos: dejarse guiar por Dios. Quizás lo importarte no es solo el destino al que nos encaminamos, sino la actitud que tenemos durante el trayecto.
Cada etapa que atravesó José lo preparaba para la siguiente que estaba a punto de vivir. Quizás hoy no te encuentres en donde te gustaría estar. Puede ser que aún no tengas el trabajo de tus sueños, pero no olvides que la actitud que tengas mientras esperas determinará tu destino y tus resultados.
Mientras José esperaba trabajó duro y sirvió al prójimo. Cuando Pablo y Silas esperaban su libertad en prisión adoraron al Señor. En el proceso de espera de Abraham aprendió a ofrecer lo más valioso: su hijo Isaac.
Espera no es sinónimo de pasividad. Mientras esperamos la respuesta de Dios podemos mostrarle nuestra confianza a través de las acciones que realizamos. Hoy no es un día de sentarse a esperar de brazos cruzados, sino de actuar alineados a la fe que tenemos.
Por: Diego Herrera