Hace unos días estaba cocinando la cena para mi esposo y para mí. Con mis audífonos a todo volumen apareció una canción nueva que decía: “He conocido a Dios el Hijo y Dios el Padre. Solo sigo buscando al Dios de las hijas”. Comencé a llorar porque me golpeó muy duro.
Verán, cuando estaba en la universidad tuve mi temporada feminista irracional que no le hacía justicia a ninguna causa. Me costaba trabajo el pensar en términos como “sujetarse” o cualquier otro concepto que pusiera en riesgo la libertad del “nosotras”. Ahora, sin entrar en detalles, fui conociendo a Jesús y Él moldeó saludablemente la posición que yo tenía dentro de Su propósito y en el Reino. Es por eso que todavía me sorprende cuando muchas y muchos no comprenden que somos igual de importantes.
Y mi intención no es traerte un estudio teológico en este pequeño blog, más bien quisiera ver a la iglesia abordar el tema o que tú en tu intimidad lo lleves a oración. Lamentablemente todavía escuchamos historias que distraen del enfoque principal de la Palabra de Dios. Y te digo todo esto con las manos sudadas porque no quiero que nadie malinterprete mis intenciones, pero me sentí respaldada por varios Pastores y Maestros que enseñan así. Les dejo dos videos puntuales
Porque imagínense la cara de nuestro Dios cuando una mujer es maltratada y menospreciada dentro de la iglesia cuando fueron ellas también las que ayudaron a construirla. Yo sueño con muchas mujeres involucradas en establecer el Reino de Dios en la tierra; sueño con espacios en donde se puedan desarrollar.
La canción que les contaba al inicio termina diciendo “…y claro que amo a mi padre y a mi hermano, solo estoy buscando al Dios de las hijas”. Amigos, que el mundo sea como quiera ser, pero dentro de la iglesia las mujeres necesitan tomar el lugar que Dios ya les ha dado. Así que la próxima vez que veas a una mujer pregúntale a Dios: ¿qué estás construyendo en ella?, ¿qué vas a hacer a través de ella?
“Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Y todos los que fueron unidos a Cristo en el bautismo se han puesto a Cristo como si se pusieran ropa nueva. Ya no hay judío ni gentil, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús. Y ahora que pertenecen a Cristo, son verdaderos hijos de Abraham. Son sus herederos, y la promesa de Dios a Abraham les pertenece a ustedes” – Gálatas 3:26-29
Otras lecturas: Lucas 1:38; Romanos 16:3-4; Jueces 4 y 5; Hechos 2:17-18; 1 Corintios 12:4-11; Timoteo 2:5; Juan 11:2; Mateo 26:13; y muchas más.
Por: Daniela Quintero de Ardón