Veintidós domingos y parece que faltan muchos más. Mientras escribo estos párrafos estoy viendo las noticias de Beirut, Líbano, donde una fábrica de fuegos artificiales empezó en incendió y terminó en estallido. La onda expansiva que provocó parecía efecto especial de una película apocalíptica, pero no lo era. Tristemente esa es nuestra realidad. Estoy en shock. Siento que a mi corazón le acaban de poner una docena de costales de arena encima. Lo siento pesado y confundido. Voy a orar y te invito a que me acompañes a hacerlo.
Durante estos ocho meses hemos vivido accidentes humanos, desastres naturales e injusticias sociales donde hemos perdido mucho. Se han ido de nuestras manos recursos naturales, empleos y —lo más devastador— personas cercanas. ¡No debería de ser así! Algo dentro de nosotros nos dice que no estamos destinados a perder. Nos grita con esperanzas que nuestro destino es superar.
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia: Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz”. (Jeremías 29:4-7)
Coincidió que, al inicio del confinamiento, también iniciamos un estudio del libro de Daniel, con participación de Junior Zapata. Desde la primera reunión por Zoom el tema que más resaltó fue “el profeta no nos invita a superar, nos invita a soportar”, Idea que enfatiza aún más con la carta de Jeremías a los exiliados de Jerusalén (Jeremías 29:1-23). La invitación que Daniel hace con su vida es la de ser una semilla del reino de Dios plantada en un reino ajeno.
Pensamos que victoria implica superar. Vemos la superación como una forma de conquista. Quisiéramos que Daniel hubiera derrocado al imperio de Nabucodonosor o que Jeremías hubiese enviado plagas a Belsasar y así rescatar a su pueblo, pero no. Daniel pasó su vida entera soportando amenazas de muerte, tensión política, presión social y cultura pagana; sin embargo, en medio de ese contexto floreció en oración, sabiduría, favor, milagros, interpretación de sueños, conversaciones con arcángeles y respaldo del mismo hijo de Dios. No buscó un escape, sino que enraizó el reino de Dios en tierra babilónica.
Termino con esta pregunta: ¿Cómo puedes atraer el Reino de Dios en medio del caos que estamos viviendo?
“Cuando, pues, los hombres vinieron a él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro? En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”. (Lucas 7:20-22)
Escrito Por: Juan Diego Luna