Recuerdo hace unos años soñaba con trabajar en Casa de Dios y fui a ofrecerme como voluntario. En una de las primeras platicas que tuve con la persona que sería mi jefe, me habló respecto a la escaza oportunidad laboral que había en ese momento en su departamento. Me asustó un poco ese dato pero seguí creyendo a pesar de que no se visualizaba un buen panorama.
Desde el primer paso camino a mi sueño empecé a sentir los vientos contrarios, esos que obstruyen lo que queremos lograr. Muchas veces nos vamos a ver en esa encrucijada viendo el sueño de frente y al mismo tiempo los obstáculos. ¡Hagas lo que hagas no te detengas! Lo que decidimos hacer luego de experimentar las dificultades es lo que determina si alcanzamos nuestros anhelos.
Abraham experimentó dos obstáculos para alcanzar su sueño. Por un lado estaba su edad y por otro la matriz estéril de su esposa. Tenía la opción de dejar de creer, enfocarse en la adversidad y bajar los brazos; pero optó por poner su mirada en Dios. Abraham enfocó su mirada en quien podía hacer el milagro y lo obtuvo.
Vamos a experimentar vientos contrarios camino hacia nuestros sueños pero tenemos a Dios de nuestro lado. ¡No dejemos de creer! ¡Él calmará los vientos!
Mantengamos nuestra mirada puesta en el Señor y sigamos avanzando. ¡Es tiempo de ver milagros!
Por: Diego Herrera