Vengo de una familia cristiana que siempre estaba en la iglesia y servía todo el tiempo. No era raro ver a mi mamá muy seguido arrodillada a la orilla de su cama, hablando en voz alta. Tengo incluso una clara imagen de un día escuchándola hablar acerca de su espalda y pidiendo que se fuera el dolor. Yo siendo muy pequeña los observaba e imitaba.
Mi mamá me contó que un día mi familia estaba pasando una situación económica difícil y mi papá nos mencionó que no teníamos la cantidad de dinero suficiente para hacer el súper para la casa. Yo me preocupé mucho porque ya no iba a tener mis Zucaritas, mi cereal favorito en ese entonces. Mi mamá también me relató que cuando iba subiendo las gradas escuchó cuando yo en el comedor le dije a Dios: “Diosito danos dinero para mis Zucaritas y ayuda a mi papá a estar más tranquilo”. Ese día mi abuelita llegó con un súper y las bolsas llevaban no una, sino ¡dos cajas de Zucaritas! Mi mamá me lo contó diciéndome lo importante que era acercarme a Dios con sinceridad y pedirle lo que necesito. Sin duda, Dios me contestó mi petición de Zucaritas.
Pero ahora que tengo 29 años se que muchas veces el hábito de hablar con Dios se pierde, o simplemente tenemos otras prioridades antes que hablar con Él. En este tiempo que mis necesidades van más allá de una caja de Zucaritas no te voy a negar que me he afanado y frustrado muchas veces porque no veo lo que deseo en mi vida; y he orado, y pedido, y a veces me he siento hablando al aire, y por eso otras veces no acudo primero a hablar con Dios.
Pero hay un versículo de la Biblia demasiado bueno, en Filipenses 4:6-7, que dice: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. La cita es clara en decir que en toda ocasión te acerques a Dios vendrá paz a tu vida.
En este momento escribo esta publicación en medio de una situación difícil que estamos pasando a nivel mundial, pero no dejes de creer. Ahora que estamos en casa, empieza a formar el hábito de hablar con Dios cada día, agradécele, adóralo y pídele la necesidad que haya en tu corazón. Sin duda, Su oído está inclinado en tu hogar escuchando lo que le dicen tú y fu familia.
Te dejo con este versículo de Hebreos 4:6: “Así que, cuando tengamos alguna necesidad, acerquémonos con confianza al trono de Dios. Él nos ayudará, porque es bueno y nos ama”.
Dios es amor y estás a una oración para comprobarlo. Un abrazo virtual para todos, ya que de momento solo así se puede, pues en persona está prohibido ☺