Esta semana mi hijo de cinco años nos dijo un par de veces que le dolía la pierna y pensé que seguramente era porque estaba creciendo. Eso me hizo recordar que muchas veces pasamos por situaciones dolorosas que nunca quisiéramos experimentar; pero si procuramos sacar lo mejor incluso de lo malo, terminaremos creciendo.
Romanos 5:3-5 dice: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”
Si abrazamos nuestra tragedia personal (que de cualquier forma tendremos que vivir), pero sin quitar nuestra mirada y esperanza en Jesús, podremos crecer y seguir adelante para superar cualquier cosa. Se trata de ensanchar nuestra fe y ser fortalecidos, y no solo de sobrevivir a una terrible experiencia.
¡Confía en Jesús y, aunque las circunstancias duelan, nunca dejes de crecer!
Escrito por: Brenda de Zamora