Los últimos días ha amanecido lloviendo, la temperatura ha sido fría y el cielo ha estado nublado y gris. Toda esa mezcla pareciera una invitación para no salir de casa, quedarse emponchado viendo películas o leyendo un buen libro. En esta época del año los días grises son más comunes, hasta que llega el verano y los días soleados y calurosos vuelven.
Esto no es un pronóstico del clima, es la introducción a una historia que le sucedió a los discípulos de Jesús en medio de una tormenta. La Biblia lo narra en Mateo 8:24 “De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido.”
Las tormentas que más nos afectan son las que vienen de repente, sin previo aviso, nos agarran por sorpresa y nos hacen pensar que todo terminará pronto. Y como le pasó a los discípulos, a esas situaciones tormentosas le podemos sumar que la única persona que nos podría ayudar está dormida o distraída en otro asunto. ¡Es la mezcla perfecta para una crisis!
Aunque todo se combinaba de manera perfecta para un final desastroso, la historia no terminó mal. El barco no se hundió y todos se salvaron. Jesús no era ajeno al problema y actuó a favor de ellos.
Hay momentos en la vida cuando vienen días grises y debemos aprender a sobrellevarlos. No se que tan grande es la tormenta que estas viviendo, pero Jesús no es indiferente a tu problema y estoy seguro que actuará a tu favor. Con una sola palabra Él es capaz de disipar toda tormenta que estás atravesando.
Ten animo, recuerda que sin la lluvia de los días grises no habrían arcoíris.
Por: Diego Herrera