Leyendo Mateo 20:26-28 encontré un tesoro: “Pero entre ustedes será diferente. El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá convertiste en esclavo. Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos”.
Mientras que en algunos lugares del mundo aún condenan por siquiera mencionarlo, nosotros tenemos la dicha de poder imitarlo. Tú y yo somos afortunados por poder leer sobre la vida de Jesús, conocerlo mejor y hablar con Él.
Como iglesia, realmente somos Sus representantes. Hoy en día somos Su extensión hacia los demás, somos quienes seguimos propagando Su mensaje y Su estilo de vida.
¿De qué manera estamos extendiéndonos hacia los demás? ¿Lo estamos haciendo hacia la gente que nos rodea?
Jesús, como Hijo de Dios, hizo las cosas de manera distinta: no esperó a ser servido, Él fue y sirvió primero. Él dio su vida por amor a los demás. Este es el ejemplo a imitar.
Imitar a Jesús es abrazar sus enseñanzas y vivirlas día a día en amor.
Imitándolo somos esa iglesia que hace la diferencia. Esa iglesia que al imitar Su esencia, ama incondicionalmente y cautiva a todos a su alrededor. Así el que ‘no cree’ verá a un grupo de personas cuyas vidas son singulares y atractivas porque viven de forma inusual, ya que viven por los demás. Viven el ejemplo de Jesús.
Te invito a que permitas que ese palpitar, el cual te mueve a amar y a servir a los demás, se vuelva tu estilo de vida. Amar como Jesús es atractivo, porque hacerlo como Él es amar apasionadamente sin limites.