“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.” Juan 14:12
Desde siempre me han gustado los animales. Una tarde, cuando era niña, paramos con mi papá en una calle donde habían unas personas vendiendo cangrejos vivos. En plan de salvarlos y darles una mejor vida, los compramos y los llevamos a mi casa.
Los liberé en una cubeta con agua para que se sintieran como en casa y en el instante trataron de escalar y salir de la misma. Al pasar los días me di cuenta que ninguno podía salir, porque cada uno de ellos empujaba hacia abajo a los otros, evitando que alguno pudiera moverse.
En toda cubeta, el movimiento de los cangrejos debería ser el mismo y en conjunto buscar el mismo fin. Esto es similar a lo que sucede al momento de relacionarnos con los demás, debemos procurar en todo momento abrirle brecha a alguien más. La Biblia lo dice en Marcos 9:35: “Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y el servidor de todos”. En vez de impedir que alguien salga adelante, debemos ser los primeros en esforzarnos para que esta persona se supere y sobresalga.
¿No es curioso que nosotros los humanos, pequeños, aparentamos ser más grandes y ser los primeros, mientras que Dios, el más grande de todos, no teme bajar y hacerse el último?
Hasta la fecha no tengo idea de por qué los cangrejos actúan así, pero lo que te puedo decir es que nosotros como cristianos debemos crecer todos y crecer en todos.
Por: Alu Barrios