Un día platicando con un amigo, dije algo fuera de contexto, a lo que me respondió de forma sarcástica: “vaya que ahora sos cristiano” . Para quitarme la vergüenza, cómicamente le respondí: “vos, es que a veces se me sale el viejo yo”. A raíz de esa conversación pensé: ¿ósea que el viejo yo aún vive en mi?, ¿aún soy esa persona que era antes? Tengo que confesarles que tuve miedo, como si todo lo que hubiese pasado y hecho regresaría.
“Claro que todos tenemos problemas y pecados”, fue mi mejor justificación, pero algo dentro de mi seguía teniendo miedo, no estaba del todo convencido. Pensaba que mi pasado despertaría como un zombie y vendría a traerme, como si al momento de pecar Dios me diría “bueno, como volviste a caer, acá te regreso tus pecados”. Como cuando cortás con tu novia/o y te pide de regreso sus cosas (¿ya saben como?). Creía que por pecar Jesús me pediría de regreso la salvación que me dio y me regresaría “el viejo yo”.
¿Pero cómo puede ser eso posible? ¡Claro que no lo es! Mi pasado me hacia creer en ese “casi” que realmente no existe. Yo seguía condenándome pensando, que a pesar que todo lo malo que había hecho estaba perdonado, seguía siendo el mismo. Sin embargo, 2 Corintios 5:17 me enseñó lo contrario: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
El cambio que Jesús hizo en mí, no fue un “chapús” o un arreglo a medias. No imagino a Jesús diciendo: “te doy vida nueva, pero esa parte de tu vida si no la puedo cambiar”. Todo es todo. Por supuesto que es posible que tenga que lidiar con las consecuencias de mis actos, pero ya no tengo que acarrear con mi viejo yo. Incluso si quisiera revivirlo seria imposible, porque fue sepultado junto con mis pecados. La transformación que Jesús da es permanente e irreversible. Descubrí que aún si volviera a caer, algo dentro de mi no me dejaría en paz, porque ya no soy el mismo, Él ha cambiado todo en mi.
Se que es difícil lidiar con el pensamiento que dice que un hábito o pecado no se irá jamás, pero es solamente eso: un pensamiento. Una vez estemos con Jesús, un futuro alentador nos espera. Colosenses 2:13-15 (NTV) declara: “Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y porque aún no les habían quitado la naturaleza pecaminosa. Entonces Dios les dio vida con Cristo al perdonar todos nuestros pecados. Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz.1 De esa manera, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales. Los avergonzó públicamente con su victoria sobre ellos en la cruz. “
No importa que tanto o que tan bajo hayamos caído, nada de eso nos pertenece más. Todas las cosas son hechas nuevas, Jesús volvió a ganar.
Escrito Por: Shaaka Godoy