Hace algunos años oré por un milagro en mi salud y con el pasar del tiempo, al no ver una mejoría, empecé a frustrarme. Esa situación que viví me recuerda mucho un suceso en la vida de Pedro cuando estaba intentando pescar y dijo: “hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada”.
Creo que todos en algún momento nos hemos sentido así, con una mezcla de impotencia, tristeza e incertidumbre que termina en una frustración por no alcanzar lo que queremos. Tal vez fue después de un examen para el cual estudiamos mucho y nuestra calificación no fue satisfactoria, o en algún trabajo en donde dimos lo mejor de nosotros y aún así fuimos despedidos, o después de terminar una relación luego de varios años intentando que las cosas funcionaran, o incluso alguna vez que oramos durante mucho tiempo por algo y eso no pasó como lo esperábamos.
Todos en determinada época de nuestras vidas pasamos por ese valle de frustración por no haber alcanzado aún lo que nos habíamos propuesto. Realmente lo malo no es pasar momentos así, sino quedarnos estancados en esas circunstancias adversas.
Pedro inmediatamente después de su momento de frustración, lejos de quedarse estancado, dijo estas palabras “más en tu palabra echaré la red” y pasó un gran milagro. Aquello que parecía que no iba a suceder empezó a pasar y todos al rededor fueron testigos de la pesca más grande de su vida.
La frustración puede llegar a entristecernos, pero jamás debemos permitir que nos detenga. La clave de Pedro fue agregarle fe a la ecuación y con eso todo dio un giro de 180 grados.
Puede que lleves días, semanas, meses o años intentando algo sin lograrlo, pero hoy pon toda tu confianza y fe en las palabras de Dios. Vuelve a intentarlo, porque puede que hoy sea el día de tu pesca milagrosa.
Por: Diego Herrera