Casi todas las niñas hemos soñado con una boda, un esposo y tener hijos. Si no me creen, ¡vean la cantidad de muñecas que día a día se venden! Pero cuando vas creciendo, te das cuenta que lograr eso no es tan fácil como jugar a la “casita”.
En mi caso, la ansiedad que esto sucediera hizo que tomara malas decisiones con hombres, siempre en la búsqueda de cumplir ese sueño. Me sucedió lo que a muchas jóvenes les pasa: pensé haber encontrado a la persona correcta, me enamoré, me comprometí y al final, me di cuenta que realmente no funcionaría. Corté la relación, lloré, sentí que el mundo ya no tenía sentido y comencé a sentir una gran frustración al creer que eso que tanto le pedí a Dios era solamente una ilusión.
¿Cuántas veces hemos querido algo, se lo pedimos a Dios, pero el tiempo pasa y no llega? Se que esto provoca que queramos tirar la toalla. Por experiencia te digo que debes tener paciencia, porque sin duda, tu sueño se cumplirá cuando menos lo esperes.
En mi caso, cuando pensé que todo estaba perdido, encontré el amor. Me casé con mi mejor amigo, quien me hace reír, disfrutar la vida y creerle a Dios, ¡cuando en determinado punto pensé que jamás de los jamases me casaría! Dios nos bendijo tanto que empezamos a tener cosas que no creíamos: una boda muy linda, una muy buena luna de miel, una casa equipada y Dios nos ha proveído tanto que nada nos ha faltado.
Así que cree lo que dice la Biblia en Habacuc 2:2-3: Voy a darte a conocer lo que está por suceder. Escríbelo en unas tablas, para que se lea de corrido. Tardará un poco en cumplirse, pero tú no te desesperes; aún no ha llegado la hora de que todo esto se cumpla, pero puedo asegurarte que se cumplirá sin falta.
¡No es tarde para seguir creyendo y esperar que Dios te sorprenda!
Por: Raquel Rendón de Alvizuris
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