¿Te sientes cómodo diciendo que eres cristiano en tu entorno?
He escuchado a muchas personas que no cuentan que van a la iglesia o que son cristianos por no incomodar, por no querer ser tachados o solo por comodidad, pero, poco a poco, esa fe silenciosa se vuelve una fe invisible.
Vivimos en un mundo que tiene tanto que decir, se comparten opiniones y les gusta hablar de lo que creen. El mundo está gritando sus creencias a todo volumen, el enemigo no tiene pena de hablar de lo suyo… ¿Por qué nosotros sí callamos? Santiago lo dijo sin tantas vueltas: “La fe sin obras está muerta” (Santiago 2:17). Asistir los domingos a una iglesia cristiana no te hace cristiano, del mismo modo que pararte en un estacionamiento de autos no te hace un carro.
Seguir a Jesús no es solo creer en Él, es vivir como Él
Seguir a Jesús es confesarlo con tus labios y demostrarlo con tu vida. Jesús, el autor de la fe, indica que ser cristiano no es algo que se debería vivir en secreto. En Mateo 10:32 (TLA): “A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo”. —Entonces, tu vida cristiana no es algo que debas ocultar, es una luz para ponerla a brillar, es un mensaje que debes contar.
Hoy quiero invitarte a que no solo escuches el mensaje, sino que lo practiques y lo compartas; soy una persona tímida, pero mi oración es que Dios me ponga en lugares donde pueda hacerlo y me preparo para saber qué decir. Recientemente, me dirigía a laborar en un servicio de Uber y, por pura gracia, el conductor me contó lo que estaba pasando en su vida. Eran pruebas y dificultades complicadas, pero también era mi oportunidad para presentarle a Jesús, esa persona que me salvó a mí.
¿Estás listo para vivir tu fe con convicción?
Quizá estamos esperando plataformas enormes que no aparecerán, mientras que puedes compartir de Jesús con tus conocidos, tu vecino y, en mi caso, con el piloto de un taxi.
No se trata de llenar agendas ni de obligar a nadie, se trata de obedecer el llamado. Jesús quiere tu corazón, tu disposición y tu compromiso a reconocerlo ante la gente.
La iglesia creció porque alguien abrió la boca, sirvió con valentía y vivió su fe sin miedo. Y hoy, el mundo sigue necesitando personas así. La fe silenciosa no es neutral: es una fe en pausa. Y una fe en pausa es un enorme riesgo porque pronto se apagará hasta ser invisible.
Si tú no hablas, otros seguirán escuchando las voces equivocadas. ¡Ya no ocultes tu fe!
Por: Ilse Pimentel