Quiero compartirte la historia de la familia de Marta, María y Lázaro, una familia cercana a Jesús. Esta historia se desarrolla en Lucas 10:39-42 (TLA): En la casa también estaba María, que era hermana de Marta. María se sentó junto a Jesús para escuchar atentamente lo que él decía. Marta, en cambio, estaba ocupada en preparar la comida y en los quehaceres de la casa. Por eso, se acercó a Jesús y le dijo: —Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola, haciendo todo el trabajo de la casa? Dile que me ayude. Pero Jesús le contestó: —Marta, Marta, ¿por qué te preocupas por tantas cosas? Hay algo más importante. María lo ha elegido, y nadie se lo va a quitar.
La familia de Marta era cercana a Jesús. En Juan 11, vemos que Jesús resucitó a Lázaro y lloró al verlo muerto, lo que demuestra que sí tenían ese vínculo cercano. Se cree que cada vez que Jesús iba a Jerusalén, pasaba por la casa de ellos en Betania, que estaba a unos tres kilómetros de la ciudad, y que incluso se quedaba a dormir allí.
En la cultura judía, las mujeres eran responsables de atender a los invitados. Debían preparar la comida, limpiar la casa y asegurarse de que todo estuviera en orden. En este contexto, Marta estaba cumpliendo su rol tradicional, pero María hizo algo diferente: se sentó a los pies de Jesús para escucharlo, lo cual era inusual porque las mujeres no solían hacer eso.
Cuando Marta se quejó con Jesús que María no la estaba ayudando, porque esa era su labor, Jesús le respondió que María había escogido lo más importante: estar con Él.
Muchas veces nos enfocamos tanto en el servicio, en el crecimiento del grupo o de la red, en la planificación o en las actividades, que es importante, pero podemos olvidarnos de lo más importante, y es que estamos por Jesús.
La prioridad debería ser esforzarnos primero por tener una relación con Jesús, de conocerlo y luego enseñarles y motivar a los demás a que tengan esa relación con Él y así serán discípulos.
Marta, por su afán de servir, casi crea un momento de tensión con su hermana. Quería que regañaran a María porque fue a ponerle la queja a Jesús. Muchas veces, en el servicio podemos tener diferencias con otros, pero debemos cuidar nuestras relaciones. No solo juzgar o criticar, sino ver más allá.
También muchas veces pasa que, si solo servimos, sin recibir, nos agotamos. Hay momentos en los que sentimos que ya no podemos más porque no hemos tomado tiempo para ser fortalecidos espiritualmente. Por eso es importante tener un tiempo de intimidad diario con Dios, leer la Biblia, asistir a los discipulados, a los servicios dominicales, a las actividades y los congresos. No podemos dar algo que no tenemos. Mateo 6:33 (NVI) nos recuerda: Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
Puede ser que pensemos que solo porque servimos ya tenemos una relación con Dios, pero Dios quiere más que nuestro servicio; Él quiere nuestra comunión. Servir es bueno, pero no debe sustituir nuestro tiempo con Él. Santiago 4:8 (NVI), lo define así: Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes.
Preguntémonos: ¿Hemos puesto tener intimidad con Dios como prioridad? Si dejáramos de servir, ¿seguiríamos teniendo una relación con Dios? Tal vez es tiempo de cambiar prioridades y empezar a recibir para poder dar.