Muchas mujeres y también incluyo a los hombres, hemos tenido el gran anhelo de casarnos; y puede ser que este deseo ya se cumplió para algunos y para otros todavía no se ha cumplido. Es posible que ya te sientas pequeña o mayor, pero el deseo de formar una familia aún persiste.
A mí me ocurrió lo mismo, desde niña, uno de mis sueños era tener mi propia familia, cuidar de mi esposo y de mis hijos. Me imaginaba como las mujeres de las películas, siempre atendiendo a su familia con una sonrisa, luciendo hermosos vestidos, maquilladas, peinadas y sin estrés (ahora me doy cuenta de que, en definitiva, eso es algo de las películas, porque en la vida real no es tan así. ¡Ja, ja, ja!)
Han pasado siete maravillosos años de matrimonio, Che ha sido un hombre increíble, quien me ha apoyado y levantado cuando lo he necesitado, mi compañero y mi apoyo. Sin embargo, he confirmado que ambos somos humanos, cometemos errores y es muy probable que hayamos herido al otro con palabras o acciones.
Cuando inicié mi matrimonio, me ahogaba en un vaso de agua, no podía aceptar que mi esposo me hubiera ofendido (sin querer) o que, si yo lo había herido, no se le pasara rápido (como solía suceder cuando discutía con mis hermanos). Comprobé que estaba permitiendo que esas pequeñas heridas dañaran mi corazón e incluso la percepción de mi esposo. Fue entonces cuando abrí los ojos y comprendí lo que mi mamá me decía cuando yo era soltera (y que no entendía): “Tu esposo puede ser maravilloso, pero no será quien te llene; siempre debemos acudir a Dios para que llena nuestro corazón.”. ¡Y qué razón tenía!
Es válido desear algo desde el corazón, pero ese anhelo no debe superar la importancia de tener una relación con Dios. Él no desea competir con tu esposo, padres, novio, novia, trabajo, amistades o cualquier otra cosa en tu vida. Él desea ser lo más importante en nuestra vida, pero a veces permitimos que otros ocupen ese lugar. O al contrario, exigimos tanto de nuestra pareja o de los demás que nos frustramos cuando no nos llena por completo, sin buscar a quien realmente puede hacerlo. Mateo 6:33 (NTV) nos dice: “Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten”.
¿Quién está llenando tu vida? ¿O de quién esperas que llene tu corazón? Muchas de las frustraciones que puedas estar experimentando pueden ser porque no estás buscando a la persona correcta, aquella que te puede satisfacer, llenar, transformar, sanar y amar por encima de todo.
El amor de Dios por ti es inmenso, desea que sea personal y es ilimitado. No se compara con ningún otro amor humano, ya sea el de nuestros padres, esposos, novios, etc. Buscar a Dios y tener una relación verdadera con Él te permitirá experimentar su amor inagotable de manera real y transformadora, donde verás que a través de Él serás lleno por completo.
¿Quién está llenando tu vida? Analiza tu corazón y si no es Dios, tal vez es tiempo de hacer cambios y empezar a buscarlo, ya que Él desea tener esa relación contigo y llenarte por completo.
“Entrégale a Dios tu amor y Él te dará lo que más deseas”. Salmos 37:4 (TLA)