Hace algunos años sufrí varias caídas practicando equitación. Después de varios golpes fuertes decidí dejar este deporte. Lastimosamente el miedo de golpearme venció mi gusto por montar caballos.
Pasaron seis años hasta que decidí volver a intentarlo. Me costó recuperar la confianza y tuve que trabajar con mis inseguridades durante un par de años. En determinado momento logré superar mis miedos y empecé a competir a un nivel alto ¡era muy buena! Pero muchas veces mi mente se bloqueaba al recordar los momentos de mis caídas del caballo. Quisiera que me vendaran la memoria para no volver a tener esos recuerdos.
Equitación es un deporte de equipos, el caballo y yo nos volvemos uno. Si mi mente no está al 100% mi caballo tampoco lo estará. Los caballos por más grandes y fuertes que sean dependen de la persona que está arriba de ellos. Cuando yo estoy triste mi caballo lo siente y cuando estoy feliz nadie nos puede detener.
Les cuento todo esto porque me di cuenta de que la vida también es así. Muchas veces nos llenamos de miedos y dejamos que esto se apodere de nuestra mente. Lo único que escuchamos en nuestra cabeza es una voz que dice “no puedes” o “no vas a lograrlo”, y nos toca seguir avanzando con todo y ese miedo. En la vida no caminamos solos, todos vamos de la mano con Dios. Cuando tú estás mal Él lo siente y va a buscarte para sacarte la mejor sonrisa. Cuando estas feliz el Señor se alegra contigo. Él y tú son el mejor equipo nada ni nadie pueden detenerlos.
Ojalá todos los días fueran buenos y nunca escucháramos esas voces negativas en nuestra mente. La buena noticia es que no estás solo, tienes a alguien que lucha contigo en todo momento. No te rindas, tienes al mejor en tu equipo, la batalla ya está ganada, lo único que tienes que hacer es no rendirte.
Por: Natalia Espina