Hola, iglesia:
Llevo unas semanas meditando en los siguientes pasajes:
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer (Juan 15:14-15).
Aunque muchos de ustedes saben de memoria la visión de nuestra iglesia, quiero escribirla para resaltar dos palabras: “Id y hacer discípulos a todas las naciones enseñándoles a guardar lo que Jesús nos mandó a través de grupos de amistad en donde se nos enseña a dar la vida por nuestros amigos”. Discípulo y amigo, dos calificativos que nos describen. Quiero recordarles que no es una descripción como título que se obtiene, más bien una descripción de una labor continua. Es decir, seguimos aprendiendo a ser discípulos de Cristo y a ser Sus mejores amigos. El Espíritu Santo continua trabajando en nosotros.
¿Cuál es la relación más importante en nuestra vida? ¿Qué relación es la que merece más ser cultivada? La relación con nuestro Redentor, aunque a la concupiscencia de nuestra carne le gusta procrastinar ese cultivar. Iglesia. recuerda que de nuestra relación con Él mana toda otra relación. El camino para ser mejor amigo y un mejor discípulo de Cristo es el mismo: obediencia. La obediencia hará crecer tu relación con el Señor.
Existen dos tipos de obediencia: obediencia por obligación y obediencia por amor. Para los discípulos fue primero obligación; para nosotros, el amor. Pero así como un hijo de millonario puede perder su riqueza heredada por no conocer el valor del trabajo, un discípulo que obedece por amor puede perderse de encontrar las profundidades de la amistad con Jesús por no conocer qué es obedecer por obligación. Les escribiré de esas profundidades en la siguiente carta.
Amigos, pareciera una exhortación extraña, pero quiero que aprendamos a obedecer por obligación. Obedezcamos a nuestro Padre de tal manera que en la práctica pareciera que es por obligación, pero que en nuestro corazón sea por amor. No nos escabullamos de la obediencia.
Por: Juan Diego Luna