Una de mis series favoritas es Games of thrones, la trama gira alrededor del poder y sus consecuencias. La historia es cautivante, la construcción de los personajes está muy bien hecha y la última temporada es bastante decepciónate.
A veces pensamos que solo los presidentes de una nación o los dueños de una empresa son los que tienen una cuota de poder como para interesarse por este tema. Todos tenemos poder y autoridad sobre algo. En menor o mayor escala cierto poder se nos delega y tenemos que decidir qué hacer con él.
El poder en sí mismo no es malo. Hay muchos ejemplos de personas que lo han utilizado para influir positivamente en su entorno, como Jesús, Nelson Mandela o Martin Luther King Jr. También existen ejemplo de personas que lo han usado para manipular a los demás y alcanzar objetivos egoístas, como Hitler o Benito Mussolini. Si el poder en sí mismo no es el problema, entonces ¿cuál es? La respuesta es sencilla: el corazón de las personas.
Los discípulos también tuvieron un dilema con el poder cuando empezaron a experimentar la manifestación de los milagros de Jesús. Esto se evidenció cuando en Lucas 9:54 dice: “Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?”
Todo el ministerio de Jesús estuvo enfocado en bendecir a las personas y acercarlas a Dios. En algún punto se desenfocaron y pensaron que sería buena idea quemar todo un pueblo. Jesús tuvo que reprenderlos fuertemente. Encontramos que en Lucas 8:55-56 les dice: “Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea”. Esta fue la manera en la que el Maestro volvió a dirigir a Sus alumnos.
El poder que se les había otorgado no había sido diseñado para destruir o herir a las personas, sino para restaurar y ayudar a los demás. Por ello, para responder la pregunta del título: el poder no es malo, solo evidencia lo que hay en cada corazón. Lo que exista dentro de él puede ocasionar que todo lo que llegue a nuestras manos sea de construcción o destrucción. Cuando el poder toque a la puerta, más vale que nos encuentre con un corazón saludable.
Por: Diego Herrera