A causa de un enfrentamiento en el trabajo, una de mis oraciones fue “Señor, si te soy un estorbo mejor quítame de aquí”. El impacto que tuve de este problema fue que una vez más mi carácter era el factor determinante. Puede ser que alguna vez hayas estado en uno de esos momentos donde te caes tan mal que no entiendes cómo pudo ser que volvieras a caer en lo mismo, no en un pecado como tal, sino en un rasgo de tu carácter al momento de actuar.
Lloré en el carro derramando mi alma delante de Dios. Yo era una escena aun más dramática que una de Los Caballeros del Zodiaco porque. Acá entre nosotros, soy una persona que analiza mucho su entorno, me gusta resolver problemas con creatividad o eso de encontrar soluciones donde nadie las ve. No me di cuenta de que si en un problema la constante es una persona, pues, ella es el problema y no los demás. Me castigué tanto al decirme: “ya viste, otra vez estás acá armando clavos”.
Sin embargo, al pasar los días me di cuenta de que no podía caer en esa mentira del diablo. Me detuve y mejor pensé que un error no define mi vida, no me tengo que detener en él. Entonces encontré esta historia en Mateo 16:18-19: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”. Además, en los versículos siguientes Mateo 16:23 narra: “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.
Mira a Pedro en este capítulo, por fin acierta en una cosa y consiguió las llaves del cielo, pero en los siguientes versículos lo están llamando “Satanás” y “tropiezo”. Así es la vida, existen momentos de gran acierto en donde nos sentimos los más gallos, pero pareciera que nos ganan más esos momentos de derrota o error.
No puedes renunciar a todo solo porque algunas cosas salen mal. En medio de ese tiempo me puse a pensar en las ocasiones que le grité al televisor: “¡Ya, hombre!, levántate y pelea porque tus amigos te necesitan” porque mi personaje favorito estaba derrotado. ¿Cuántos de tus personajes favoritos cayeron y pasaron esa tentación de quedarse estancados en el error? Entonces recordé a Simba: un joven león que, por creerse una mentira, salió huyendo y pasó años en ese error evadiendo el problema. Cuando enfrentó su herida tomó el coraje de regresar a casa, incluso trajo la libertad para su familia y amigos.
Así fue como entendí que Dios me llamó, no fue una circunstancia. Tengo un gran llamado de llevar libertad a otras personas y el diablo quería desviarme. Mira la vida de Pedro, ¿cuántos errores se fueron acumulando?, muchos de ellos pudieron hacerlo dudar de si realmente debía estar cerca de Jesús o era más un estorbo. Sin embargo, Pedro siguió confiado en aquel que lo escogió, creyó que Dios no se había equivocado al escogerlo.
En Hechos 3:41se menciona: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”. Este fue el resultado de la primera prédica de Pedro después de que Jesús resucitara y subiera al cielo. Imagina que Pedro se hubiera quedado en cualquiera de sus errores, no hubiese visto esa cosecha de tres mil personas en el inicio de su ministerio. Dios todavía quiere hacer mucho con nuestra vida. Oro al Señor para que veamos grandes cosechas a partir de confiar en que no se equivocó al escogernos.
Por: Miguel Mendoza