Sé que por el título del post muchos piensan que hablaremos de sexualidad o algo por el estilo. Si ese fue tu caso, te recomiendo la prédica “Caliente” en el canal de YouTube de LEAD, puede que sea de ayuda… Son bromas (o no), pero si aún permaneces con la intriga sobre qué tema se tratará en este post, déjame decirte que es sobre el rasgo más esencial de nuestra vida espiritual: la fe.
Cuando mencionamos fe probablemente se nos vengan bastantes cosas a la mente. Algunos talvez piensen en Abraham, quien es considerado “El padre de la fe” o en los llamados “Héroes de la fe” que aparecen en Hebreos 11. O muchos probablemente piensen en milagros o proezas. Pero en lo personal cuando pienso en fe lo relaciono bastante con dos cosas: obediencia y confianza.
Sé que algunos esperaban que relacionará la fe con algo más sobrenatural, pero en los últimos años me ha tocado ser obediente al ofrendar cosas valiosas para mí, así como para desarrollar confianza en que Dios me bendecirá. Para serles sincero, al inicio mi fe nunca daba los frutos que esperaba y me frustraba bastante por sentir como que Dios nunca me respaldaba con las cosas que hacía por fe…
Un día entendí cuál era mi error mientras leía Mateo 17:20: “Si tuvieras fe como este grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí a allá y se pasará; y nada os será imposible”. Sin duda este es uno de los versículos sobre fe más famosos, pero peor entendido.
El racionamiento de la mayoría de las personas es que si tenemos fe del tamaño de un grano de mostaza (que es pequeño) haremos cosas grandes y sobrenaturales. Pero no es así porque Jesús en realidad dijo: “como el grano de mostaza”, no “del tamaño de un grano de mostaza”. Porque en tamaño el grano puede ser pequeño, pero su confianza de que llegará a ser árbol sí es grande.
La clave no está en tener fe nada más, sino en el tamaño de la fe que tenemos, y para los que aún están dudando sobre esto les mostraré algunos ejemplos de la Biblia directamente de Jesús. En Mateo 14:31 y Mateo 17:20 vemos a Jesús hablarles a Sus discípulos con algo de decepción por no confiar en Él o en Su poder, y la expresión que utiliza es: “hombres de poca fe”.
De la misma forma vemos a Jesús maravillarse dos veces por la fe de alguien: la primera la vemos con la mujer gentil en Mateo 15:28, donde Él le dice: “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres”. El segundo caso está en Lucas 7:9, donde dice: “Al oírlo, Jesús se asombró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, comentó: Les digo que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande”, lo cual nos lleva a darnos cuenta de que Jesús se enfocó en observar el tamaño de la fe de las personas, para así manifestar Su poder sobrenatural en ellos y que se hiciera como ellos necesitaban o pedían.
Así que si no has visto respuesta a tus oraciones o el milagro por el que has estado creyendo aún no llega, talvez sea momento de que revises si tu fe es grande o está siendo poca, porque el tamaño sí importa para que Dios observe cuánta fe tenemos.
Por Luis Túchez