Hace unos días salí a correr y al terminar la rutina me percaté que tenía la camisa al revés. De manera inmediata pensé: como no me di cuenta cuando salí.
Hay veces que la rapidez con la que hacemos las cosas puede provocar que algunos detalles se nos pasen por alto. Muchas veces esos detalles son pequeños y sin importancia, y otras son un poco más grandes y trascendentales.
En mi época de colegio tuve una distracción más trascendental que la de mi camisa al revés. Durante más de diez años estudié en el mismo lugar que mi novia, compartimos recreos, actividades extracurriculares y mañanas deportivas. Pero nunca hablamos. Fue hasta años después de habernos graduado que empezamos a salir. A raíz de esto a veces me hago la siguiente pregunta: ¿cómo puede ser que ella siempre estuvo en el mismo lugar que yo y no me di cuenta?
A Jacob le sucedió algo similar. Él pasó por alto algo mucho más grande que la presencia de una persona, él no se percató de la compañía de Dios y por eso en Genesis 28:16 exclamó: “al despertar Jacob de su sueño, pensó en realidad, el Señor esta en este lugar, y yo no me había dado cuenta”.
Muchas veces no percibimos ciertas cosas que están delante de nosotros por el simple hecho de estar distraídos. Hay días que podríamos pensar que Dios no escucha nuestras oraciones o que no está con nosotros, le reclamamos por percibir cierta lejanía o apatía de Su parte, pero no nos damos cuenta que Él está siempre a la par nuestra.
No es que estemos solos, es simplemente que estamos distraídos. Si hoy prestas la suficiente atención podrás darte cuenta que Dios está siempre a tu lado.
Por: Diego Herrera