Siempre me han gustado los deportes de equipo. Me parece interesante ver cómo jugadores de distintas culturas, nacionalidades, ideologías y estilos de vida se unen para trabajar por un mismo propósito. Si lo analizamos, un equipo deportivo es muy parecido a una iglesia, ¿no lo creen?
Una de las preguntas más frecuentes cuando se analiza el desempeño de un equipo deportivo es: “¿quién es el jugador más importante?” En el fútbol la mayoría opina que es el delantero porque es quien mete los goles, algunos dicen que es el portero porque cuida la portería y otros piensan que es el entrenador porque define la estrategia con la que se va a jugar. ¿Pero saben algo? Todas las respuestas son válidas para esta pregunta, y les explicaré por qué.
Una vez le preguntaron a Buddy Stephens, uno de los entrenadores de fútbol americano universitario más destacados, cuál creía que era la razón por la que su equipo era tan exitoso y él respondió con una historia:
“Un día se juntaron todas las partes del cuerpo para definir quien era la más importante. El corazón dijo ‘yo soy el más importante, porque si yo no bombeo sangre, el cuerpo no funcionaría’. Las piernas dijeron ‘nosotras somos las más importantes, porque sin nosotras el cuerpo no podría ir a ningún lado’, los ojos dijeron: ‘nosotros somos los más importantes porque damos la visión de a dónde ir’. Por último, el ano dijo ‘yo soy el más importante de todos’. Las demás partes del cuerpo se rieron y le dijeron: ¿Tú eres el más importante? Pero haces el trabajo más sucio de todos’. El ano les respondió: ‘Si, yo soy el más importante de todos porque si yo decido cerrarme, el corazón se empezaría a parar, las piernas empezarían a temblar y los ojos se empezarían a trabar, así que por eso yo soy el más importante’”.
Después de contar la historia, el entrenador Stephens dijo: “En mi equipo todos entienden que son igual de importantes para poder ganar: desde el mariscal de campo, los defensas, los asistentes e incluso la persona que reparte agua, quien entiende qué si él no da agua a mis jugadores ellos podrían deshidratarse y jugar mal. Por eso todos en este equipo entienden que su título no cambia su importancia, todos son igual de importantes”.
Esta respuesta cambió mi forma de liderar porque entendí que nadie es más importante que sus discípulos, co-12 o líderes, todos somos igual de importantes en el cuerpo o equipo (llámese iglesia, grupo o discipulado). No importa si tu trabajo es el más atractivo (como estar al frente de un proyecto) o si tu trabajo es menos atractivo (como limpiar el salón luego de las actividades), todos somos importantes para alcanzar nuestro objetivo común.
Nunca olvides que eres igual de importante, porque todos somos parte del mismo cuerpo. Eres igual de valioso que quiénes te siguen e igual de valioso que a quién tú decides seguir.
Escrito Por: Luis Tuchez