Solía contaminarme y eso provocaba que me estancara, a pesar de eso no le daba importancia a este asunto. Participaba en conversaciones vanas, murmuraciones, veía programas que no me edificaban y como consecuencia de prestar mis sentidos a eso; surgían pensamientos incorrectos, temor, ansiedad y sentimiento negativos. Entendí que todo esto no era saludable.
Cada día eres bombardeado de cosas que no te edifican. Cuida lo que estás dejando entrar a tu corazón. Habla palabras de vida y no de muerte. No olvides que tu boca tiene poder.
¿Qué estás viendo? ¿Qué estás escuchando? ¿Qué estás hablando? Si no es algo edificante; no lo veas, escuches y hables. Cuida de no contaminarte a ti y a los demás con chismes, críticas, quejas o palabras negativas. Desecha de tu vida todo lo que no te haga crecer y procura abundar en amor siempre.
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”. Proverbios 4:23
Por: Astrid Gil